sábado, 21 de enero de 2017

Únicamente aquellos que evitan el amor, pueden evitar el dolor del duelo. Lo importante es crecer, a través del duelo, y seguir permaneciendo vulnerables al amor. JOHN BRANTNER

domingo, 8 de enero de 2017

Malaika La Princesa - Película Completa HD

La profunda voz de la Tierra (Para hablar de la muerte con los niños, capítulo I) Antes de entrar en el camino de la muerte, debería haber un letrero fluorescente con una pregunta, una advertencia y una oportunidad de retroceder para poder enmendarnos las heridas. La pregunta: ¿con cuánto amor cruzaste el camino de la vida? la advertencia: estás a punto de vivir la Aventura más grande, si algo te faltó darle a los demás, regresa ahora o esta senda te será imposible; la oportunidad: dentro del bosque de tu ser hay un puente para que tú elijas la forma en que volverás a aquellos momentos de entrega que no supiste aprovechar antes. Supongo que este letrero no existe, porque el camino de la vida y el camino de la muerte, no son diferentes, son un solo camino, que se intrinca para nuestro aprendizaje y, aparentemente concluye con la muerte.
Los Vedas describen una de las fases que atravieza la conciencia en el más allá, como esto que describimos antes, más que un juicio final el alma se encuentra con el amor puro -para muchas personas que regresaron a la vida después unos minutos de muerte clínica este amor se presenta como una luz cálida, para otros es una puerta luminosa o Dios mismo, pero todos coinciden con este sentimiento de amor incondicional- aquí, la reflexión sobre la propia vida no resulta una herramienta de castigo o imposición, sino un instrumento de evolución; una terapia con la luz misma, con el propio amor. Definitivamente yo prefiero pensar así, que hemos tenido muchas oportunidades de aprender lo más valioso de nuestra humanidad a través de este viaje, y que para completarnos hay que aprender durante la ruta, eso que venimos a ofrendar.
Las niñas, los niños, son maestros de la ofrenda, y nos preguntamos cómo abordar con ellos los temas de la vida, la enfermedad y la muerte; pero ellos son quienes vinieron a enseñarnos. Estas personas grandiosas que valoran la vida, la belleza, la alegría y la humanidad, saben antes que nosotros mismos cómo nos sentimos. No necesitamos decirles que estamos preocupados o tristes, lo sienten y reaccionan a nuestros sentimientos. Un bebé de cero a veinticuatro meses de edad no está consciente de sus fronteras físicas y sentirá la ausencia y angustia de su madre como la muerte misma, es decir: estar con el bebé en todo momento, en un estado de serenidad, evitará que genere angustia por la muerte. Cuando crece y pregunta, entre otras cosas, sobre la culminación de la vida, podemos recurrir a las metáforas de transformación, aterrizando el tema con intercambio de cogniciones: la metamorfosis de la mariposa, el cambio de traje de un astronauta, la presencia en las estellas de nuestros seres queridos. Al preguntarle si lo ha comprendido, notaremos que el uso de estas metáforas no restó veracidad a la explicación sobre la muerte; ellos las entienden mejor que nosotros.
Por escandaloso que parezca, cuando un ser querido se va, es muy importante para el proceso de duelo de los niños despedirse, formar parte del ritual funerario, saber que el llanto es natural y el dolor es compartido, que no están solos en este trance. Para que todas las muertes de los que ama, y su propio camino sean lo que deberían ser para nosotros: soltarse, liberarse, renacer; una nueva oportunidad de unirnos con el todo; sembrarnos profundamente en la Tierra y vibrar más allá de las fronteras físicas a través del amor que venimos a dar.
Aquí les dejo a Malaika, con una hermosa herramienta para compartir en familia la conciencia de la muerte:

viernes, 6 de enero de 2017

No debemos abandonar la exploración/ Y el final de nuestras exploraciones/ consistirá en llegar al punto de partida/ y conocer ese lugar por primera vez T.S.Eliot

jueves, 5 de enero de 2017

AKASHA (El más allá)

Quien va a partir atisba sin ver gente la suma claridad, oye resplandores en el aire; séfiras aurales que se asoman al Todo... gotas para un raudal.

miércoles, 4 de enero de 2017

Ser medicina

Cuando enferma una persona que amamos, nuestras estructuras tiemblan y se descomponen hasta el quebranto. En medio de esta zona de derrumbes hay una sola experiencia capaz de confortarnos, en ella culminan las fases del duelo, y el paisaje de la vida retoma su continuidad de una manera armoniosa, esta experiencia se llama: Aceptación, y es posible alcanzarla a medida que damos valor a nuestros sentimientos y el dolor se convierte en una semilla de amor imperecedera. Vida y muerte son leyes universales que traen consigo el aprendizaje de la fuerza y la vulnerabilidad humanas. La enfermedad nos pesa y absorbe nuestros pensamientos y sentimientos constantemente, porque uno mismo quisiera ser medicina, la sangre que alimenta al otro, el puente entre lo que llamamos vida y lo que llamamos muerte. Esta entrega física, mental y espiritual, aunque esté motivada por el amor más profundo, es desgastante, hace que nos llenemos de tristeza y enojo; pero es más llevadera cuando comprendemos la importancia de nutrir nuestro propio ser y aprender a disfrutar la vida en sus nuevas formas. El corazón adolorido termina por hacernos comprender que para sobrevivir al más grande de los lutos, es necesario sostenernos de otras manos y tocar otros corazones que están viviendo lo mismo.

Fuego transformador

En esta etapa de mi vida, sin otro afán que trabajar sobre mi persona para ser una buena semilla en este mundo, cada día recibo mensajes de los ciclos que se cierran y se abren. Tengo treinta y cinco años. Durante el último: 2016, que estuvo poblado de muerte, cinco miembros de mi familia (entre ellos mi padre) partieron del plano físico; después de cada despedida no pude, no pudimos mi familia y yo, prepararnos para la siguiente. Toda muerte resultó sorpresiva, porque no nos gusta mencionarla de pronto, durante la cena, no nos gusta pensar en cada día, en cada paso como el último, porque genera un vacío incommensurable, el vacío de los vacíos, que lo succiona todo. Más me valiera entender ahora a qué vino tanta transformación. Ansió escribir sobre ella porque se acumuló en mis entrañas para que le abra el corazón y deje de temerle, para que le haga caso a los dedos que resoplan a través de su aliento; como un vehículo más de tanto fuego transformador