miércoles, 4 de enero de 2017

Fuego transformador

En esta etapa de mi vida, sin otro afán que trabajar sobre mi persona para ser una buena semilla en este mundo, cada día recibo mensajes de los ciclos que se cierran y se abren. Tengo treinta y cinco años. Durante el último: 2016, que estuvo poblado de muerte, cinco miembros de mi familia (entre ellos mi padre) partieron del plano físico; después de cada despedida no pude, no pudimos mi familia y yo, prepararnos para la siguiente. Toda muerte resultó sorpresiva, porque no nos gusta mencionarla de pronto, durante la cena, no nos gusta pensar en cada día, en cada paso como el último, porque genera un vacío incommensurable, el vacío de los vacíos, que lo succiona todo. Más me valiera entender ahora a qué vino tanta transformación. Ansió escribir sobre ella porque se acumuló en mis entrañas para que le abra el corazón y deje de temerle, para que le haga caso a los dedos que resoplan a través de su aliento; como un vehículo más de tanto fuego transformador

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